jueves, marzo 20, 2008

Moda o fervor


La visita de
Ennio Morricone es sin lugar a dudas una de las que más impacto mediático ha causado, pero que hay detrás de toda esta locura desatada, será una moda que termina cuando el director se vaya o que los chilenos están ávidos de grandes personajes como en este caso que sencillamente se desata una catarsis. La última fue en la visita del fotógrafo Tunick quien esperaba unas 400 personas a las 07:00 de esa fría mañana de junio del 2002, un detalle no menor, la asistencia era gratis, resultado, cerca de 5000 chilenos se empelotaron y se tendieron en el helado cemento para la posteridad.
¿Pero que es lo que despierta Morricone, es realmente un músico conocido en nuestro país? Tanto mi mujer como yo hemos sido fervientes admirados de su obra, en lo personal desde los inolvidables Western Italianos, pasando por Bugsy, Queimada con la actuación de Marlon Brando, El Exorcista, Lolita del gran Kubrick, El Profesional, Los Intocables de Brian de Palma, La Misión, quizás la película con la que más se identifica al autor, Cinema Paradise, ese gran homenaje al cine de barrio del director Giusepe Tornatore y una gran lista de filmes donde la audiencia pudo deleitarse con sus bandas sonoras. Pero será para tanto que cientos de personas se expusieron en la Estación Mapocho desde la medianoche, aguantando los forcejeos y el chorro del guanaco para conseguir una entrada gratis, por mi parte me quedé hasta muy tarde en mi PC para conseguir entradas gratuitas por Internet, pero el servidor estaba absolutamente colapsado y fue una misión imposible.
Ver el noticiario con las tomas de decenas de personas con sus trajes impecables, de etiqueta, que no pudieron ingresar ayer al concierto y más tarde deleitarme con la trasmisión televisiva del evento muestra lo que este director ha causado.
Creo que el cine tiene mucho que ver con eso, si bien Morricone ha compuesto música para TV, teatro y ópera no se le conoce al menos en el país por ello, pero cuando el chileno común escucha El Oboe de Gabriel, de inmediato recuerda la imagen del sencillo misionero jesuita que con su melodía encantó a los guaraníes o esa inolvidable última escena de Cinema Paradise en que Totó, ya adulto y exitoso empresario del cine, sentado en una butaca, ve como toda la historia del séptimo arte pasa frente a sus ojos y de fondo el tema central de la película, marca a fuego.
Existe claro está, una especie de complicidad, director- compositor que es la que ha generado que la ambientación musical sea realmente estremecedora para cautivar de esa forma a los asistentes de la sala, pero eso habla muy bien, aquí no hay grandes acrobacias, ni tremendos efectos visuales generados por computador, tan solo música que emerge de la mente de este pequeño gran tano que es capaz de combinar la música docta con la música popular, sacra y profana, que puede cautivar a ricos y a pobres, a apocalípticos e integrados. Eso señores es una genialidad que pocos artistas pueden lograr y me regocija, porque cada vez que un artista logra trasmitir el arte con esta fuerza, las terribles y reaccionarias palabras de Cecereu, profesor de estética de la Chile y la UC que nos decía en clases que la cultura era para unos pocos, se hace trizas gracias a Ennio Morricone.
Una anécdota antes de terminar. Mi mujer andaba en La Moneda y fue a mirar si Morricone había llegado a la audiencia con la presidenta y se encuentra cara a cara con el maestro que esperaba en un rincón, se acercó, lo saludó, lo elogió y le dio un beso en la mejilla, pero no le pidió autógrafo ni se fotografió con él, no me queda más que creer en su palabra.
Bueno ahora que vengan Vangelis, Tomita, John Williams, los estamos esperando.




Nos vemos pronto.