lunes, diciembre 04, 2006

¿Existen verdaderamente los milagros?

Cuando Jesús avanzaba entre la multitud sintió de pronto una fuerte energía que lo envolvía, giró su cabeza preguntando: ¿Quien me ha tocado? Y observó a una mujer muy enferma, quien sufría constantes hemorragias la cual había tocado su túnica, ella procedía de una alta clase social; sin embargo la enfermedad incurable que la embargaba desde hacía mucho tiempo la estaba matando, por sus características estaba marginada socialmente debido a las costumbres de la época, además del hecho de ser mujer no estaba autorizada a tocar al maestro por la autoridad que el representaba. Quizo entonces tocar solo su ropa, de este modo nadie se daría cuenta de lo que ella había hecho y no sería criticada. Jesús la ayudó a levantarse y le dijo suavemente: Hija, tú fe te ha salvado. Vete en paz haz quedado sanada.

Si analizamos profundamente este hecho hay que pensar en el nivel extraordinario de fe que tuvo esa mujer para sanar, con solo tocar la túnica de Jesús. Aquí no hay magia, hay sanación real producto del creer y del amar. No es la ropa de Cristo la que obra el milagro, no existe ningún fetiche que intervenga en este acto, sólo la creencia profunda en el cambio produjo el milagro.
Hace unos años un hospital en norteamérica realizó una especial encuesta. Se trataba de determinar que aspectos extraordinarios a los tratamientos médicos, podían influir en la sanación de una persona, se estudiaron casos terriblemente específicos de pacientes terminales, extremadamente graves que habían sanado inexplicablemente, si bien no se determinó una razón clara por el estudio científico, las conclusiones determinaron que se había observado un alto porcentaje de supervivencia de aquellos enfermos pertenecientes a alguna fe, sin importar cual y cuyos familiares oraron por su recuperación.
Desde Internet rescaté la siguiente información, se trata del sorprendente caso de Leslie Lemke, en la imagen superior, el cual aparece citado por Guillermo Julio Ruiz Rodríguez, sicólogo y sociólogo cubano quien cuenta lo siguiente respecto a este impactante caso:

"En el año 1950 vino al mundo en los EE.UU. un niño que nació sin ojos, con ceguera total, se le catalogó de nacer casi sin cerebro, algo gravísimo y muy diferente a un autista. Carecía de reflejo de succión, clínicamente no tenía ninguna posibilidad de sobrevida. Sus jóvenes padres lo dejaron abandonado en el Hospital. La Señora Mey Lemke que colaboraba de voluntaria en ese Hospital pidió hacerse cargo de él. Se le dijo que al desconectarlo de la máquina moriría. Ella insistió y lo llevó a casa. Los médicos no pudieron explicarse por qué no murió, allí se manifestó el primer fenómeno inexplicable en Leslie. Pasaron 17 años. Leslie Lemke era un ser vegetal de gran peso y tamaño. Su madre adoptiva que lo adoraba decide comprarle un piano. Trabajo le costaba sentar a Leslie enfrente de él y hacer que en su teclado apoyara las manos. Hacía escuchar a Leslie música clásica. Digo escuchar, pero en realidad un ser así mal puede escuchar. Su mente no tiene forma de comunicarse con el mundo exterior al carecer de cerebro útil que lo conecte al mundo exterior. Una noche La Sra. Lemke y su marido se despiertan al escuchar música. Piensan que la radio se quedó encendida y baja ella al primer piso para apagarla. Con sorpresa ve a Leslie enfrente del piano, ejecutando magistralmente el Concierto para piano de Tchaikowsky. Concierto que esa mañana había “escuchado”. Comprende ella que al fin, el milagro que por 18 años pidió, había sucedido. Ahora Leslie da conciertos benéficos de piano y canto donde imita a Pavaroti, destinados a una Fundación de ayudar a niños discapacitados cerebrales que él fundó. Da charlas, participa en conferencias y cuando se le pregunta sobre cuál es su oración favorita, responde señalando: “Amada creación, en el nombre de Jesús te agradezco día a día las cosas buenas que haces por mí”. Ante la pregunta sobre qué es la música para él, responde diciendo: “La música es amor”. Pienso que las escasas neuronas cerebrales de Leslie se multiplicaron y los portales de salto cuántico se activaron en su cerebro permitiendo a la mente manifestarse de manera brusca luego de un solapado proceso gradual. Lo que sucedió yo no lo entiendo, supera mi limitada capacidad médica racional de imaginación que tan solo logro definir como de “Un Milagro de Amor” inducido de manera cuántica por el amor de Mey Lemke sobre la escasa materia cerebral de Leslie."


Es importante destacar que Leslie Lemke no es autista, si bien lo han clasificado dentro de ese segmento se trata de una enfermedad congénita la cual fue superada, según mi apreciación por el amor y la fe que puso en ello la señora Mey, su madre adoptiva.


Cada cual es libre de creer o no, pero de una cosa estoy cierto. Las situaciones cambian cuando creemos fehacientemente que van a cambiar, recomiendo conocer el pensamiento de Joe Vitale y su libro Mercadotecnia espiritual.


En lo personal soy creyente, pero también me he tenido que convencer que no basta con decir que tengo fe, hay que sentirla en lo más profundo de nuestro corazón al igual que lo hizo aquella mujer que se atrevió a tocar a Jesús, superando todos los miedos impuestos por la sociedad. Es importante tener clara conciencia que son nuestros temores, miedos y ansiedades los que no nos permiten creer, una buena terapia es la propuesta por Fresia Castro y su método Cyclopea de activación de la glándula pineal para vencer estos aspectos y convercernos que los milagros verdaderamente existen.


Nos vemos pronto.