jueves, julio 12, 2007

Aprendices de mago


¿Donde puedo encontrar un hombre gobernado por la razón y no por los hábitos y los deseos?

KHALIL GIBRAN

Desde mediados del siglo pasado se introdujeron en el sur de Chile y Argentina, distintas especies animales foráneas con el objeto de desarrollar empresas relacionadas con la peletería y el comercio de carnes exóticas. Las características climáticas y geográficas resultaban ideales para la crianza del castor, el visón carnívoro y el jabalí. Más tarde se incorporó la rana africana y el ciervo rojo, también con el objeto de conquistar el paladar latinoamericano. No obstante, el negocio fracasó por diversos factores y los criaderos fueron abandonados junto a los animales que por su gran capacidad de sobrevivencia escaparon para convivir con la fauna y flora endémica. Nutrias, huemules, pudúes, entre otros han debido desde entonces competir con estos extraños y agresivos vecinos, quienes debido a su alta capacidad de adaptación y reproducción se han ido expandiendo por Chile hacia el norte, destruyendo o modificando el hábitat natural.

Más tarde se han agregado a esta invasión el loro argentino o mendocino, ave que se ha ambientado demasiado bien al clima central chileno. Esta especie en poco tiempo ha desplazado a pajaros nativos, destruyendo su ecosistema y consumiendo sus recursos alimenticios.

Esto no es nuevo, la conquista española no sólo trajo la destrucción de los pueblos amerindios, le acompañaban la rata y la paloma común o como yo les llamo, ratones con alas. Como si esto fuera poco, se incorporaron al paisaje austral, el conejo y la ovejas. En el norte de Chile, la cabra al igual que en la isla Juan Fernández. Estos animales domésticos rápidamente invadieron los pastos de guanacos, alpacas y ñandúes, recurso de los antiguos pueblos de la región.

No he mencionado aún la incorporación de especies arbóreas de hoja caduca. Estas especies por sus características son muy distintas a las autóctonas, la hoja de los árboles chilenos no cae en invierno y su sistema de reproducción es muy distinto al de las especies foráneas que como el álamo, el eucaliptus, el plátano oriental producen alta polución en este proceso, perjudicando la salud de las personas.

Si a toda esta situación agregamos la devastación de gran parte del bosque nativo del sur, del centro y norte chileno ni hablar. La esperanza de vida de nuestra fauna y flora se hace cada vez más pequeña.

La depredación que se ha hecho del puma, del zorro cumpeo y aves de rapiña por el hombre, también ha ayudado que estos extranjeros no tengan inconvenientes, ya que empiezan a encumbrarse en la cima de la pirámide alimenticia.

Actualmente se han incorporado otras especies, el salmón y el avestruz. Es de esperar que los mercados no decaigan, de lo contrario nos encontraremos con nuevas plagas asolando nuestro país.

El estado y algunas instituciones han estimulado algunas medidas, se paga por cazar castores que son los que más perjuicios han provocado al entorno natural. Desconozco otras medidas, pero se plantea lisa y llanamente promover la caza de estos animales poniéndoles precio a su cabeza.

Es decir, seguimos tratando de intervenir en los procesos naturales. Queremos cambiar en poco tiempo lo que ya hicimos en poco tiempo, olvidamos que el planeta no se desarrolló en un día y que los seres que lo pueblan no aparecieron de la noche a la mañana. Queremos ser dioses o más bien dicho magos y no somos más que aprendices, malos aprendices que no somos capaces de observar los eventos ni aprender de los errores, ideando nuevas fórmulas para dominar el mundo a nuestro antojo.

La demostración está a la vista, no tenemos la habilidad de compensar lo que hemos hecho. No hay vuelta atrás, sólo esperar que la tierra se recupere y que encuentre nuevamente su equilibrio, no hay duda que lo hará, ella sabe como hacerlo, pero pasarán muchos siglos antes que eso ocurra, quizás ya no estemos sobre el planeta al menos como somos hoy, soberbios e irresponsables.

Nos vemos pronto, siempre y cuando no me encuentre con un jabalí.