viernes, noviembre 30, 2007

El más bello Jardín Zen

No creo que exista nada más evocador que un jardín japonés, internarse en un espacio tan sutilmente creado por la mano humana es sencillamente maravilloso, la poesía hecha forma en colores, olores, sensaciones de paraísos en miniatura, templos vivos, con el cielo como techumbre y formados con todos los elementos de la tierra, vegetales, minerales y animales, agua y tierra.

El jardín Zen nace alrededor del S.700 DC, como consecuencia de la influencia del budismo chino e hindú, cuya interpretación dio paso a la filosofía Zen la cual recogió y mezcló aspectos propios de la cultura japonesa a estas dos corrientes espirituales. Es un pensamiento por sí sólo y su único objetivo es encontrar la paz espiritual para alcanzar la iluminación. No es difícil entender que una nación aparentemente tan críptica haya acogido este nuevo pensamiento.
La religión – si es que se le puede llamar así - más antigua existente en Japón es el Shintoismo, que más que una religión es una vida en sintonía con la naturaleza, cada elemento, cada cosa con vida o inerte era digna de adoración y respeto. Se sigue practicando hasta nuestros días y es la que tiene más devotos.
Al escribir estas líneas se me hace aún más difícil entender la actitud nipona frente a las ballenas, es absolutamente contradictoria al espíritu japonés.
Alguien puede decir que detrás de esto hay intereses comerciales, sin duda. ¿Pero los intereses comerciales justifican la depredación a estos niveles?
Y cuando hablo de depredación lo digo a todo nivel, los pesqueros de este país son industrias navegantes las cuales van tragando todo lo que se pone por delante, peces, moluscos, crustáceos, nada va quedando a su paso. Sudamérica, Centroamérica, África y otros países asiáticos van viendo como se va mermando la fauna de sus mares, los pescadores que vivían de la pesca artesanal ya no pueden hacerlo, con ello llega la miseria y la vulnerabilidad para cientos de familias. No sólo nos quedamos con esto, las empresas japonesas que están invirtiendo en países como Brasil y otras naciones latinoamericanas y que están acabando con miles de especies arbóreas y vegetales, algunas ni siquiera clasificadas con el consiguiente daño para la fauna local.
¿Cuál es el objetivo que justifica semejante bellaquería? ¿Con qué arrasarán en poco tiempo más cuando ya no exista nada que sacar?
Lo único que puedo decir es que Japón está acabando con el más bello Jardín Zen, con el más grande Templo que se nos ha entregado para cuidar y proteger.
¿Qué están haciendo nuestros estados para proteger la vida natural? Nada, absolutamente nada y han permitido que Japón pase de ser un país que vivía en armonía con la naturaleza a ser el enemigo número uno del Medio Ambiente y que lo único que quedará de esto será el jardín japonés de algún acaudalado industrial ballenero, mientras que el resto del mundo quedará rodeado de la más absoluta soledad.
Basta por favor basta, detengamos el crimen de las ballenas.
Nos vemos pronto.