martes, abril 10, 2007

El virus


Reflexión en torno a una serie de desastres naturales que están asolando algunos sectores de la tierra.

Llevo menos de dos días afectada por esta enfermedad. Mis síntomas comenzaron cuando una serie de virus me contagiaron, no sé como, al parecer fue cuando me empecé a enfriar. Lo peor de todo es que paulatinamente han ido superando mis protecciones y se van haciendo cada vez más inmunes, lo peor es que se siguen multiplicando. Al principio eran tan inofensivos, muy vulnerables, todo les afectaba, otros especímenes los diezmaban, es más yo misma, bastaba con que me sacudiera o sudara y acababa con muchos de estos invasores, pero algo paso, de pronto comenzaron a defenderse y a fortalecerse, dominando todo lo que se les pusiera por delante, los fueron controlando, dominando y exterminando al punto que pasaron de presas a convertirse en terribles depredadores, inclusive se empezaron a devorar entre ellos mismos, cada vez que se veían amenazados por mis defensas. Siguieron entonces invadiendo mi cuerpo. Les he lanzado agua, vomitado, los he cubierto de barro, lo he quemado; sin embargo los que sobreviven rápidamente se reproducen y se tornan más fuertes, más preparados. Han estropeado mi cabellera, mi piel está reseca y agrietada, me siento seca, han obstruido mi sangre y la han contaminado con las inmundicias que secretan, en algunas de mis zonas han armado escudos, algo así como quistes grises y pestilentes en los que se multiplican más aceleradamente. Me están acabando, me despedazan, me arrancan mis cabellos, hacen más quistes y luego se van dejando heridas y pedazos de mí esparcidos. Me siento tan sucia, tengo fiebre que me va aumentando cada día más, no dejo de transpirar y mis secreciones los asfixian, pero ahí están de nuevo, más feroces. He fortalecido mis organismos de defensas, les he enviado virus como ellos, que los infecten, los mato por miles, los que se salvan crean anticuerpos y regresan a la carga. Entonces creo más defensas y los ataco con agua, barro y fuego, acabo con millones, me sacudo y caen otros más. Mi padre me ayuda, angustiado dándome mucho calor y luz, eso los destruye, lentamente, pero mueren al fin, quemados. No sé cuanto más podré resistir este virus, me muero. Mi hija me observa pálida y aterrorizada. Mis hermanos y hermanas impotentes ven como este maldito virus me extingue y saben que cuando lo haga los contagiará a ellos, quien sabe si a mi padre también y no dejarán nada, se lo devorarán todo y nunca, nunca se saciarán.

Nos vemos pronto.
Publicado en bitacoras.com el 27 de octubre de 2005.