miércoles, septiembre 05, 2007

Come lento, lento, lento...

En mi etapa escolar agarré un pésimo hábito, resulta que estaba todo el día en el colegio, así que salía al término de la jornada de la mañana, me tomaba la micro y partía pa´mi casa a almorzar, como tenía que regresar nuevamente y no tenía más de una hora y media, no me alimentaba, tragaba, si me preguntaban después que había comido, ni idea. Después opté por quedarme a almorzar en el colegio, pero era demasiado tarde, el mal hábito ya había sido asimilado, hasta el día de hoy.

En algunos países, específicamente europeos existe un movimiento que se generó en Italia alrededor de los 80´y que vendría a ser el opuesto a la invasión de comida yanqui conocida como fast food, se trataba de slow food al cual se fueron integrando cientos de personas y en poco tiempo cubrió gran parte del viejo continente. La filosofía de este grupo consiste en gozar el momento al máximo, sea este fumar un cigarro, degustar un plato exótico, leer un libro, beber una copa de vino chileno sin la más mínima prisa y olvidándose del tiempo, dejando de lado la necesidad imperiosa de hacer algo útil, es de hecho un movimiento similar en algunos aspectos al naturismo, sólo que en este caso no se privan de nada, sólo del apuro. De hecho en su dieta prefieren alimentos no manipulados genéticamente, inclusive los productos cárneos son consumidos. Es el movimiento preferido de los gourmet o gastrónomos más famosos.
Me alegro por ellos, si bien es cierto que este aparece como un modelo ideal de vida, no es menos cierto que es la respuesta extrema a un concepto de vida acelerado e inconsciente, es decir el otro lado de la balanza. ¿Donde está el ideal, el equilibrio? En el centro de estas dos actitudes. En mi caso, la idea no es pasar de ser un fast food - estoy hablando del hábito, no de lo que consumo, de hecho no como chatarra - a un slow food. Está en la acción de continuar y mejorar mis hábitos alimenticios disminuyendo la velocidad a la cual digiero actualmente, de ese modo mi aparato digestivo encontrará la armonía total, por consiguiente mi cuerpo se estabiliza aún más y mi espíritu se concentra en lo que de verdad importa, que no es precisamente comer.
Nos vemos pronto.