El miércoles recién pasado recorrí la Feria del Libro Usado instalado en el Edificio de la Escuela de Artes de la Universidad Mayor, bello edificio de época, restaurado con interesantes soluciones arquitectónicas. Vale la pena conocerlo, pero vuelvo a lo de los libros.
Eran millones de libros que se encumbraban sobre mi cabeza o se disponían interminables sobre los mesones, Nietzsche, Eco, Platón, Borges, Fukuyama, láminas de nóbeles pintores, tratados de filosofía, de derecho, de ciencias; en fin. Cuanto papel, cuanto conocimiento, cuanta información, cuanto saber, cuanto deseo de leerlo todo, asimilarlo, masticarlo y cuanta tentación de hacerlos parte de mi saber. ¿Pero cómo?. El cerebro es incapáz de retener todo eso e incluso menos.
Cada vez que leo un libro, escucho una información destacada, cuando aclaro una duda, me ocurre y obviamente no sólo a mi, que de inmediato otra idea florece y se adjunta una nueva duda, llega entonces a mi una frase que no se de quien es ni tampoco recuerdo si es exactamente como la escribo: Mientras más amplio es mi conocimiento, mayor es mi ignorancia.
Resulta contradictorio, pero es así. El problema es que al ser ignorante también soy inconciente. Entonces la pregunta me salta enseguida: ¿Para qué entonces nos llenamos de conocimiento, para que entonces nos tapamos de información? ¿Qué debo hacer para no ser ignorante? ¿Cómo puedo ser consciente?
Es entonces cuando te das cuenta que el universo es muy grande para contenerlo, es más, es infinito. ¿Qué hago entonces si para mi es importante saber? Dejo de mirar hacia afuera, dejo de buscar respuestas fuera de mi. Me vuelco hacia adentro, hacia mi ser interior. Mi interior es finito, termina en mi Yo. El saber entonces se basa en conocerse a si mismo, lo demás es relativo, depende del lente con el cual se mira, cada autor escribe de la vida, pero cada uno ve el mundo desde si mismo, como decía el maestro Bhagavan Ramana, la realidad o lo que nosotros creemos real pasa frente a nosotros como una película, lo verdaderamente real es el telón en el cual se proyecta el film el cual permanece siempre ahí.
Nos vemos pronto.
2 comentarios:
El saber es infinito y nuestra capacidad para aprender es finita.
Siempre hay algo nuevo. ¡Què maravilla¡.
Muy buenos tus dibujos dirigidos a las neuronas.
Un saludo
zenia
http://imaginados.blogia.com
Tienes que seguir buscando respuestas. Tal vez no logres responder todas tus interrogantes, pero al menos tendrás una motivación. ¿Te imaginas un mundo sin preguntas? ¿te imaginas a ti mismo sin cuestionarte nada? Qué fomé seria!
Además creo que hasta el yo es infinito, al menos a mi corta edad sigo cuestionándome mucho sobre mi.
Saludos.
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