martes, noviembre 20, 2007

Reencuentro

El sábado me enfrenté con mi pasado después de casi 30 años, resulta que me llegó una invitación de un ex-compañero de colegio para ir a un acto en mi ex-colegio, motivo, el edificio pronto será demolido. Están construyendo uno nuevo que está cerca de mi casa, lo veo regularmente ya que es mi ruta de trote o cuando voy a buscar a mi hija a su colegio en auto.

Se trataba de un acto al cual fueron invitados egresados de todas las generaciones. Dude bastante si asistir o no, la idea de encontrarme con una historia que sumando y restando no fue la mejor para mi no me motivaba mayormente. Desde un principio me excusé de asistir.

Entré a ese colegio cuando tenía 10 años, me había creado muchas expectativas frente al cambio, estas cayeron brutalmente cuando me encontré en un medio poco acogedor y muy agresivo, el cambio de haber funcionado en cursos mixtos a uno de sólo hombres, no fue nada de fácil, el hecho de venir de un colegio sencillo a uno en que la sencillez estaba sólo en el discurso institucional y en la apariencia del establecimiento, tampoco fue fácil. También fue el año del golpe y la llegada de la dictadura militar, la mayoría de mis compañeros, hijos de empresarios, latifundistas o integrantes de las FFAA estaban contagiados de la alegría fachista de ese entonces. En general tuve compañeros muy molestos y sectarios, con el tiempo fui insertándome siempre con cierta dificultad, agregando a eso mi poca madurez emocional, mis dificultades de aprendizaje, presumo por la medicación para mi epilepsia que me mantenía en un estado de aletargamiento permanente y porque tampoco me sentí acogido por los maestros, sólo en media encontré un profesor que me ayudó a encontrar mi centro y que me empezara a sentir parte de esa comunidad; en fin, volviendo al tiempo presente, mi mujer y mi hija estaban fuera de Santiago y Yo regresé del trabajo a eso de las 15:30, almorcé y me quedé meditando y definiendo que haría, ir o no ir. El hecho de pensar en eso me produjo una especie de ansiedad, digamos más bien un estado depresivo lo que me trajo mucho sueño, me dormí profundamente y aún cuando trataba de despertar no había caso, era más fuerte que mi y la hora avanzaba. La actividad comenzaba a las 18:30 hrs. Después de reiteradas cavilaciones tomé la decisión de asistir, en ese entonces comencé a vislumbrar todo lo que había significado para mi esa época y el daño que me había provocado, como seguir adelante en mis procesos si no era capáz de superar el pasado, si no era capáz de sanar al niño interior. Logré incorporarme y decidí ver una película, muy entretenida con Bruce Willis. Una vez terminada me dije, voy a ir, lo tomaré como una terapia de sanación y partí.

El lugar estaba repleto, mirar el edificio, el patio, las salas y verme ahí con mi camisa celeste, mi peinado con partidura al medio y mis jeans fue una sola cosa. La primera gran sorpresa fue encontrarme con un colega del Instituto donde imparto cátedra, había sido ex-alumno y departimos un rato muy agradable, luego busqué otros rostros conocidos, me encontré con viejos maestros que no habían cambiado practicamente nada, era como que el tiempo se había devuelto, los saludaba y les decía mi nombre; sin embargo algunos me decían que me recordaban bien, seguramente por cortesía, no sé, no importa.

Después de unas vueltas divisé a los de mi curso, estaban ahí sólo aquellos que estuvieron más cerca de mi al final de mi vida escolar, nos abrazamos, departimos, participamos del acto, coreamos las antiguas canciones acompañados de las acordeones de siempre, luego llegó el turno de las tropas scout, aquellas que nunca pude integrar ya que no fui aceptado, mis compañeros avanzaron para integrarse con sus recuerdos, yo me acerqué y me quedé a un costado. Sin darme cuenta de pronto alguien paso su brazo sobre mi hombro, era un chico como de unos 12 años, estaba en el medio de una tropa que creo no existía cuando yo era estudiante, puse mi brazo por sobre el hombro del que estaba al otro lado y grite con ellos su consigna, mi piel se erizó de la emoción, mis ojos enrojecieron y quedé absorto en el más absoluto silencio interior, cuando volví en mi el grupo ya se había disuelto, después de tanto tiempo pasado por fin me había sentido integrado, me sentí pleno. Salí de ese lugar con una sonrisa en mis labios, mi niño interior había comenzado su sanación, un ángel me había abrazado.

Nos vemos pronto.